Soto es acusado formalmente de delincuencia organizada y narcotráfico. El Ejército le reduce el sueldo a poco más de cien dólares mensuales. Los años pasan. Tanya y Marifer hacen equilibrios para sobrevivir, entre visitas a prisión y trabajos aquí y allá. Tanya descubre su fortaleza.

 

Es junio de 2011. Soto ha sido formalmente acusado de delincuencia organizada y encerrado en la cárcel militar de Ciudad de México. El Ejército reduce su sueldo a la mitad y Tanya comienza a vender cosas para pagar la renta y comprar comida. Visita a Soto tres o cuatro veces por semana. Poco a poco las familias se acostumbran a la nueva rutina.

Apenas se instalan en la nueva prisión y algunos de los soldados declaran por segunda vez ante las autoridades. Dan una versión distinta a la de su confesión del 17 de marzo, cuando declararon en la fiscalía de delincuencia organizada. En esa primera declaración Soto confesó su relación con Los Zetas, pero en la segunda, ya en la prisión militar, se retracta totalmente y alega que dijo lo que dijo por las torturas y amenazas. 

El abogado Ramiro se enfrenta a un problema jurídico. El expediente del caso comienza a registrar eventos a partir del 16 de marzo de 2011, cuando los acusados fueron llevados por avión desde Saltillo a Ciudad de México. No hay registro de la detención y tortura que sufrieron a partir del domingo 13. Ramiro viaja a Saltillo para entrevistarse con el médico del batallón, el que atendió a los soldados que habían sido torturados y envió a Sócrates al hospital, para pedirle que testifique frente a las autoridades. Por otro lado, el comandante del batallón confirma que los hechos comenzaron el 13. 

Después de muchas pruebas, diligencias y la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Secretaría de la Defensa Nacional firma con algunos de los acusados un convenio de reparación del daño, reconociendo la tortura que sufrieron y pagándoles una indemnización. Los acusados, Ramiro y las familias celebran la victoria, pero tiempo después Soto y los demás son enviados a una cárcel civil en Veracruz. 

 

“Los de arriba con tal de salir bien librados y no tener las manos manchadas no les importa lo que le pase a su personal”

- Tanya Páramo, esposa del subteniente Francisco Soto, describiendo el testimonio del comandante del 69 Batallón de Infantería de Saltillo ante la justicia militar.

 
 
 
 

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LÍNEA DE TIEMPO

Miércoles 8 de junio de 2011


• El médico del 69 Batallón de Infantería de Saltillo y el comandante del mismo declaran ante la justicia militar en la prisión militar. Confirman que los acusados fueron detenidos antes del 16 de marzo de 2011.

Lunes 24 de marzo de 2014


• La Secretaría de la Defensa firma un convenio de reparación del daño con Soto y Sócrates, reconociendo la tortura y pagándoles una indemnización. El monto de la reparación es de 49 mil 121 pesos. .

Viernes 16 de octubre de 2015


• Soto y los demás acusados son enviados de la prisión militar en Ciudad de México a una cárcel civil en Perote, Veracruz a 250 kilómetros de distancia.
 
 

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