En Ciudad de México, Ramiro, el nuevo abogado de Soto, trata de armar su estrategia. Mientras, Tanya y Marifer deshacen su vida en Saltillo. Antes de dejar esa ciudad para siempre, Tanya vive otra tragedia. Cuando llegan a la capital, madre e hija empiezan de cero.

Después de ver a Soto en las oficinas de la Fiscalía, Tanya vuelve a Saltillo para recoger a su hija, empacar sus cosas y mudarse a Ciudad de México. Tiene que salir de Saltillo para atender el caso de su esposo y apoyarlo desde cerca. Durante el viaje va nerviosa, fumando un cigarro tras otro, pensando en su hija y hablando constantemente por teléfono con sus padres, que están cuidándola en el departamento de la Unidad Habitacional Militar. Teme que los mismos soldados que golpearon a su esposo puedan hacerle daño a su familia. 

Tanya se despide de sus amigas en Saltillo y se prepara para mudarse a la capital. Soto es trasladado al Centro de Arraigo, donde permaneció detenido poco más de dos meses. Tanya lo visita todos los días y lleva a Marifer cada vez que puede. Algunas noches rentan un cuarto en una posada que queda enfrente para poder formarse y pasar revisión desde temprano. Son días difíciles, de espera, de trámites burocráticos, de visitas sin privacidad en el patio del centro de detención. Rosy, la esposa de Sócrates, también viaja desde Oaxaca para visitarlo. Las familias se las arreglan para estar juntas, aunque sea de lejos. 

Mientras tanto el abogado Ramiro continúa preparando la defensa, trata de entender el expediente y hacer huecos en la teoría de las autoridades. La Fiscalía quiere que un juez mande a los soldados a una cárcel civil de máxima seguridad, pero por ser oficiales del Ejército los trasladan a la prisión del Campo Militar en Ciudad de México. El juez dictamina que por tratarse de militares no puede atender el caso. Ellos y sus familias prefieren la familiaridad de la cárcel del Ejército a la incertidumbre de una prisión civil. 

“Yo no tendría por qué estar aquí siendo que mi esposo trabaja para los buenos”

- Tanya Páramo, recordando las noches que pasó en una posada de la colonia Doctores, esperando entrar al Centro de Arraigo para visitar a Soto.

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